viernes, 4 de junio de 2010

Lo clásico en fotografía II




En la primera entrada sobre el clasicismo fotográfico hablábamos de las tres vías según las cuales, lo clásico se había adentrado en este nuevo lenguaje artístico: llevando el repertorio formal de la pintura a la fotografía en forma y contenido, llevando sólo la esencia pero no la temática (como Horst) y levando la temática pero no la esencia (ya hablaremos de esta última tendencia).

En la primera tendencia se desarrolló especialmente en el cambio de siglo, antes de la llegada de las vanguardias. Uno de los fotógrafos que cultivó esta manera de trasladar la pintura clásica a la fotografía fue el alemán afincado en Italia Wilhelm Plüschow (1852-1930)






Este artista se especializó en vistas clásicas a las que comenzó a incorporar la figura humana. La figura humana se retrata en marcos clásicos reales, muchas veces mausoleos. Ese gusto romántico decadente por las ruinas es propio de la época, pero también lo utiliza para contrastar la imagen de la vejez y la muerte de la arquitectura con la de la juventud de sus modelos.





La figura humana era generalmente masculina y retratada sobretodo desnuda y con poses clásicistas, abundando la curva praxiteliana. Con ello busca plasmar el cuerpo humano como si de una estatua se tratara.



Ya en su momento fue criticado por el pobre uso de la iluminación y por lo artificioso que se vuelven algunas de las posturas de sus modelos. Quizá sea cierto que estaba más interesado en la composición (a veces rebuscada) que en trabajar las calidades de la luz subre las figuras y aspectos propios del saber hacer un un fotógrafo. No obstante, hoy queda como uno de los mejores ejemplos del clasicismo fotográfico en los comienzos de este arte.





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