sábado, 24 de julio de 2010

Pervivencia del Clasicismo: ARTE CAROLINGIO

Porta Lupis, capilla palatina de Aquisgrán c. 790


La rápida construcción de la capilla palatina de Calomagno alimentó la leyenda de que el diablo intervino en la obra a cambio de obtener la primera alma que entrara por la puerta al terminarse el edificio. Los clérigos y funcionarios carolingios, hábiles ellos, hicieron pasar a un lobo en primer lugar y Lucifer encolerizó.
Abandonó engañado el edificio de forma brutal, destrozando la puerta de bronce de la fachada exterior y dejándose un dedo en el mecanismo de apertura de la puerta.
Como recuerdo, en el picaporte de estas puertas de casi cuatro metros se diseñó un león que contiene en su boca un trozo de bronce que sería el dedo del diablo.
Con leyenda o sin ella, el recuerdo de los relieves romanos es más que obvio, tanto en la decoración de las cenefas como en el propio naturalismo del lobo.

jueves, 22 de julio de 2010

La Modernidad del Arte Clásico

Joseph Bonomi: San Jaime de Great Packington, aldea de Warwickshire en Inglaterra, 1790


Los volúmenes puros, la ausencia de decoración y el material visto hacen de esta pequeña capilla una construcción muy cómoda a los ojos del espectador actual.

La Modernidad del Arte Clásico

Richard Mique: Molino de la aldea de la reina del pequeño Trianón del palacio de Versailles, 1783

La reina Maria Antonieta encargó esta reinterpretación idealizada de la vida campestre, influenciada por las doctrinas de Rousseau y la necesidad de la vuelta a los orígenes de la naturaleza. Con ello creó un conjunto arquitectónico que presagió lo que sería el modernismo decimonónico o, incluso, el organicismo del siglo XX. Clasicismo no es, así pues, sinónimo de antiguo u obsoleto. Mique demostró que al ser un estilo atemporal, era también futuro.

miércoles, 21 de julio de 2010

La Modernidad del Arte Clásico

Gottfried Bandhauer: Santa María de Körthen en Alemania, 1827

¿Qué hace clásica una obra? parte 4



Pasquale Poccianti: Il Cisternone de Livorno, 1829-42

Este edificio italiano de pleno Neoclasicismo se nos presenta con una apariencia extraña, producto de la libertad con la que utiliza el lenguaje clásico. Lo primero que salta a la vista es, claramente, el nicho que no solo corona el segundo piso a modo de remate, sino que da forma a esa segunda planta.

La primera referencia que me vino a la cabeza fue El patio del Belvedere de Bramante. En el caso renacentista se crea un ábside que acoge el mirador, mientras que el el dieciochesco, lo que se produce es una especie de disección del Panteón.




Lo cierto es que la principal referencia para este edificio no fue Bramante, sino que fueron las contemporáneas aduanas parisinas de Claude-Nicolas Ledoux, donde también incorporaba nichos en la planta superior, pero sin el caracter escenográfico del ejemplo italiano.

No tan llamativo, pero con la misma falta de ortodoxia, es el primer cuerpo. Pese a la gigante hornacina que parece haber cortado por la mitad el Panteón y la entrada octástila, igual que el templo romano, elimina el frontón volviendo a dejar una sensación de fragmentación. Como cúlmen de la heterodoxia, las columnas de orden toscano sostienen un friso de orden dórico.

¿A dónde pretendo llegar tomando como ejemplo este edificio? A que los estilos artísticos no son producto de unas determinadas recetas. Son, por encima de todo, una voluntad de su artista, una intención, una sensibilidad. Vemos cómo Poccianti ha jugado con las reglas de la arquitectura romana de manera libre, pero no deja de parecernos un edificio clásico. Porque Poccianti era un clásico y no necesitaba ceñirse a un corsé de normas y obligaciones para hacer un edificio clasicista. La energía con la que iba a dotar a su obra lo era y todos quienes observan el edificio lo sentirán como tal.

Sus licencias no las encontramos irónicas, producto del desconocimiento o "anarquistas". Nos resultan variantes, sinónimos o incluso neologismos que enriquecen un mismo idioma.

Al fin y al cabo, una regla no es mas es una innovación posteriormente imitada.

pd: El cisternone es, como su nombre indica, un tanque de agua muy noblemente concebido.

La Modernidad del Arte Clásico



Caspar Frederik Harsdorff: Capilla Frederik de la catedral de Roskilde, Dinamarca. 1774

La pequeña capilla está realizada en el mismo material que la catedral para crear un conjunto armónico. Proyectado desde la pureza de volúmenes y austeridad decorativa para, pretendidamente, no robar protagonismo al edificio al que sirve. Es un ejemplo más de un edificio antiguo, pero moderno ante ojos contemporáneos.


martes, 20 de julio de 2010

La Modernidad del Arte Clásico

Georg Moller: San Luis de Darmstadt en Dinamarca, 1820-7

La primera iglesia católica del país fue planteada como una adaptación del Panteón romano nada disimulada. No obstante, presenta tanto una depuración extrema de los volúmenes como una fuerte austeridad decorativa. Todo esto, junto al animado uso del color (muy velado en la fotografía, pero muy vivo en la realidad) le da un aspecto que recuerda mucho a de la arquitectura posmoderna y su inspiración en el arte tradicional, su preocupación por el juego de volúmenes, ausencia decorativa y la austeridad formal que suele contrastar con lo pintoresco del color, materiales e intención.

Ciertamente, este edificio de casi dos siglos de antigüedad podría pasar sin mucho esfuerzo para el expectador por una iglesia contemporánea posmoderna, quizá más que por un monumento neoclásico.

lunes, 19 de julio de 2010

Pervivencia del Clasicismo: ARTE CAROLINGIO


Columnas de la Capilla Palatina de Aquisgrán. c. 790

No vamos a descubrir a estas alturas el caracter clasicista de la Capilla del palacio de Carlomagno en la ciudad alemana de Aquisgrán, pero quiero dar cuenta del caracter visionario de su obra. Lo más llamativo de sus capiteles no es la perfecta recreación del orden corintio, sino ese trozo de entablamento colocado justo encima suyo que tiene como finalidad estilizar la composición. Se logra con ello una mayor altura de la columna sin necesidad de distorsionar sus proporciones. Este elemento tiene el nombre de dado brunelleschiano. La razón es porque el uso sistemático que se haría de ello a partir de la obra del padre de la arquitectura renacentista: Filippo Bruneleschi. Este dado se popularizó en el arte occidental, y de ahí la extraña evocación renacentista de esta arcada prerrománica... realizada casi medio milenio antes del nacimiento de quien le ha dado su nombre.

Filippo Brunelleschi: San Lorenzo de Florencia, 1422

La Modernidad del Arte Clásico

Ireneo Aleandri: Teatro de la ópera (Il Sferisterio) en Macerata, Italia. 1820-9

domingo, 18 de julio de 2010

La Modernidad del Arte Clásico



Lo clásico es siempre una apuesta segura. Es como el color negro para una fiesta. Lo clásico no es antiguo, es atemporal. Por eso nunca se ve desfasado. No es ni viejo ni contemporáneo. O ambas cosas al mismo tiempo. No es una moda, ni siquiera un estilo. Es un prisma, una actitud. Ese es el motivo por el que muchas obras antiguas se ven extrañamente modernas. El problema es cuando una obra contemporánea pretende lograrlo y para ello se disfraza de clásica. Entonces, lo clasico no es un lenguaje, sino un maquillaje. Y el maquillaje dura lo que tarda el tiempo en borrarla. Pero cuando entiende la esencia del clasicismo, atisba la atemporalidad, o lo que es lo mismo: la eternidad. O casi lo mismo.

Inicio así con esta entrada una recopilación de obras de arte clásicas, pero no antiguas.


C. F. Harsdorff: Capilla Moltke en Karise, Dinamarca. 1761-66

sábado, 10 de julio de 2010

Lo clásico en fotografía



Ulises, de Annie Leibovitz




Annie Leibovitz es una fotógrafa norteamericana de dilatada trayectoria profesional. Una de las claves que ha mantenido inalterada durante toda su carrera es la elegancia y mesura hasta la temática bufa y la composición muy contenida, incluso cuando retrata una escena en movimiento. Todo eso la cataloga como una de las fotógrafas de prestigio más clásica y a veces, como en esta fotografía, también clasicista (dentro de su obvia postura posmoderna).


Para recrear la escena de la Ilíada de Ulises y las sirenas, ha prescindido de toda referencia histórica clásica, pero no de la esencia del arte clásico.


George Clooney, seguramente el más elegante de los actores contemporáneos, interpreta al héroe con actitud atemperada, al igual que las sirenas. Éstas no tienen una iconografía híbrida, sino que son completamente humanas y no resultan amenazantes, pareciendo más bien ninfas.


Pese a la completa descontextualización del tema original, hay un juego clásico reinterpretado en clave posmoderna .


La obra parece estar más inspirada en la historia de Hilas y las ninfas que en la de Ulises, y le encuentro bastantes puntos de conexión con el cuadro del mismo nombre de John William Waterhouse.