lunes, 29 de marzo de 2010

Términos peyorativos


Leer la pintura, un libro de divulgación artística escrito por Nadeije Laneyrie-Dagen, es un manual para iniciarse en el mundo del arte e instruye a todos aquellos que, sin ser especialistas, desean que saber cuales son las características de una obra en especial y entenderla mejor. Explica cómo elementos como el color, dibujo, composición, belleza etc. se conjugan en las diversas obras a lo largo de la Historia del Arte (aunque el libro sólo analiza la pintura a partir del S.XV)

Bien, uno de los apartados del libro se dedica a los principales estilos artísticos desde el Gótico Internacional hasta las vanguardias.
El barroco está dividido en tres estilos: Caravaggismo, Clasicismo y Barroco en sí. A la hora de hablar del Barroco clasicista, el capítulo comienza así:
En latín, clássicus designa lo que es de primer orden, de primera clase; por tanto el significado del término no es en absoluto peyorativo.
Está revocando una idea que la autora entiende que hay que explicar, que clásico no es un término peyorativo. Por tanto, entiende que para el gran público es así y que hay que especificarlo y contradecirlo.
Malo, si un libro de iniciación al arte tiene que empezar ese apartado con tal frase. Pero malo que la autora tenga que hacerlo así.

El clasicismo sin pastiche

Paul Manship: Ejemplo del clasicismo sin pastiche

Me ronda siempre por la cabeza la situación del arte en la primera mitad del S XX, cuando sí se dieron estilos artísticos de corte clasicista pero completamente contemporáneos.
Eso no lo he encontrado en este momento. el arte clasicista recurre al pasado, pero no hay (o no conozco) un estilo clásico producto del momento que vivimos.
El art decó es un continuo referente en todas mis reflexiones sobre arte clásico, pero es porque el clasicismo parece cosa del pasado, pero hace muy poco, en plena modernidad, tuvimos un estilo clasicista contemporáneo (aunque depende del artista lo fue en mayor o menor grado, pero su esencia era clásica). Lo verdaderamente importante de ese estilo es su ubicación en un momento determinado de la historia. Un cuadro de Tamara de Lempicka no pasa por un cuadro del S. XVIII. Sólo puede ser un cuadro del S XX.

Clásico, pero contemporáneo. Eso es lo que no hay hoy. El arte clásico actual bebe directamente de la historia. Todo es un nuevo Neo (Valga la redundancia), no tenemos un lenguaje propio, dentro del clasicismo, pero propio.
Hay pintura realista contemporánea, es cierto. Pero el realismo es realismo, no clasicismo. Es necesario encontrar las mismas pautas que esa pintura ha desarrollado para estar ligada a nuestros días para no caer en una pintura clásica anacrónica o pastichera.

jueves, 25 de marzo de 2010

Pervivencia del Clasicismo: S. XX (Nazismo)

Orfeo y Eurídice, de Arno Breker (1944)


Ni las representaciones artísticas de la Alemania nazi ni los estilos clasicistas del S. XX son tomados en cuenta ni por los críticos ni por los aficionados al arte en general. En la asignatura de Arte contemporáneo de la Universidad de Sevilla se obvia tanto al arte Nazi como al Art Decó y artistas de la talla (y fama) de Tamara de Lempicka quedan así ninguneados. Arno Breker es otro de los artistas que se han visto perjudicados por la adversión que parece provocar el término "clasicista" (y el rechazo, lógico por otra parte, que provoca todo lo que tenga que ver con el fascismo)

Pero al igual que no se elimina el nazismo de los libros de Historia, no entiendo por qué se ha de eliminar de los de Historia del Arte, y más cuando de las pocas cosas positivas que pudo dejarnos fue precisamente su arte, le pese a quien le pese.
Este relieve en concreto bebe mucho del Pathos griego, representado, por ejemplo en las ménades del puteal de la Moncloa del Museo del Prado.

Ménade, de Calímaco

miércoles, 17 de marzo de 2010

Esto no puede estar pasando.


La noticia no es nueva, pero me apetecía denunciarla una vez más, aunque sólo sea derecho al pataleo. Cartagena, la antigua Cartago Nova, conservó el anfiteatro romano hasta el S. XVIII. Llegado ese momento se aprovechó para construir la plaza de toros. No se hizo como en Nimes, sino que se construyó el nuevo edificio encima.
La plaza de toros no fue una edificación de gran valor arquitectónico y lleva 2 décadas sin usarse. En vez de trasladarla (por no derribarla) se ha aprobado (a dedo, por supuesto) un proyecto para revitalizar el anfiteatro, la plaza de toros y añadir un complejo museístico (de arte contemporáneo, toma ya)
¿A qué están jugando con un patrimonio de todos los españoles?

martes, 16 de marzo de 2010

Pervivencia del Clasicismo: RENACIMIENTO OTONIANO

Manuscrito del monasterio de Reichenau at Lago Constanza, Alemania. S. X
Me apasiona la capacidad del arte para crear un código reconocible para cualquier espectador, sea éste quien sea. Esa capacidad para comunicarle a un español nacido un milenio después lo que está representando es asombrosa.

Tenemos a las tres Marías del nuevo testamento enmarcadas en una cuidada escenografía clásica, pese a que las proporciones de las columnas se ven algo raras. Llama la atención lo clasiquísimo del estilizado motivo vegetal del frontón (Curiosamente, policromado).

Pervivencia del Clasicismo: BIZANCIO

Tríptico Harbaville S. X

En la europa del S. X, a las puertas del Románico, se produjo un renacer de la estética clásica que tuvo dos focos: La Dinastía Otoniana en centroeuropa y la Macedonia en Bizancio. En ambos casos de habla de Renacimientos, y no es gratuito en ninguno de ellos.

Este relieve a primera vista puede costar ser ubicado en un período. Desde luego por la temática y la severidad de las formas es evidente su factura medieval. Pero el Medievo ocupó todo un milenio y dio cobijo a diversos estilos artísticos. Sin embargo, el tratamiento de los pliegues, las posturas y, especialmente, la virgen al modo de matrona romana nos están remitiendo a la antigüedad.

Esto es lo que se entiende por Renacimiento antes del Renacimiento.

jueves, 11 de marzo de 2010

Pervivencia del Clasicismo: ROMÁNICO

Existe una peculiaridad en la estética románica que suele sorprender y es la adopción de la religión romana con fines decorativos. Es muy llamativo encontrar en templos cristianos medievales elementos religiosos paganos, desprovistos, eso sí, de su carga religiosa. Siempre se ha considerado que la temática religiosa se recuperó con el Renacimiento, pero eso no es cierto.No se puede perder nunca la perspectiva de que el renacimiento no fue mas que una evolución, nunca una ruptura. La religión romana fue un referente artístico durante el milenio llamado edad media.

Hidra


Grifo

arpía (o sirena)


Esfinge
Minotauro
Todas estas obras se encuentran en la provincia de Burgos y están datadas entre el Siglo X y el XII

miércoles, 10 de marzo de 2010

Tener Clase

El término "Clásico" hoy en día no tiene el significado que tenía en latín. Hoy clásico, aplicado al arte o la estética, significa que mantiene una serie de normas establecidas en su ejecución, unas normas que la tradición ha marcado.
Sin embargo, La palabra en sí significa "relativo a la Clase". Clase en la acepción de clase social, de casta. Una clase superior respecto de una inferior; o sea, lo que debe tomarse como modelo por ser de calidad superior, digno de ser imitado. Algo clásico, etimológicamente hablando, es algo que aspira a ser algo más de lo que es, a superarse, que necesita estar por encima del vulgo, de donde viene la palabra vulgaridad. Pero no hablamos de riqueza, de aristocracia. No es una cuestión de "lucha de clases" Una obra clásica, una persona clásica, significa que tiene "clase".
A este respecto, he encontrado un artículo que trata precisamente de lo que es tener clase. Ser clásico:
Tener Clase
No depende de la posición social, ni de la educación recibida en un colegio elitista, ni del éxito que se haya alcanzado en la vida. Tener clase es un don enigmático que la naturaleza otorga a ciertas personas sin que en ello intervenga su inteligencia, el dinero ni la edad.
Se trata de una secreta seducción que emiten algunos individuos a través de su forma natural de ser y de estar, sin que puedan hacer nada por evitarlo. Este don pegado a la piel es mucho más fascinante que el propio talento. Aunque tener clase no desdeña la nobleza física como un regalo añadido, su atractivo principal se deriva de la belleza moral, que desde el interior del individuo determina cada uno de sus actos.
La sociedad está llena de este tipo de seres privilegiados. Tanto si es un campesino analfabeto o un artista famoso, carpintero o científico eminente, fontanero, funcionaria, profesora, arqueóloga, albañil rumano o cargador senegalés, a todos les une una característica: son muy buenos en su oficio y cumplen con su deber por ser su deber, sin darle más importancia.
Luego, en la distancia corta, los descubres por su aura estética propia, que se expresa en el modo de mirar, de hablar, de guardar silencio, de caminar, de estar sentados, de sonreír, de permanecer siempre en un discreto segundo plano, sin rehuir nunca la ayuda a los demás ni la entrega a cualquier causa noble, alejados siempre de las formas agresivas, como si la educación se la hubiera proporcionado el aire que respiran. Y encima les sienta bien la ropa, con la elegancia que ya se lleva en los huesos desde que se nace.
Este país nuestro sufre hoy una avalancha de vulgaridad insoportable. Las cámaras y los micrófonos están al servicio de cualquier mono patán que busque, a como dé lugar, sus cinco minutos de gloria, a cambio de humillar a toda la sociedad.
Pero en medio de la chabacanería y mal gusto reinante también existe gente con clase, ciudadanos resistentes, atrincherados en su propio baluarte, que aspiran a no perder la dignidad. Los encontrarás en cualquier parte, en las capas altas o bajas, en la derecha y en la izquierda.
Con ese toque de distinción, que emana de sus cuerpos, son ellos los que purifican el caldo gordo de la calle y te permiten vivir sin ser totalmente humillado.
Manuel Vicent para El País