martes, 29 de septiembre de 2009

Diosa Hariti

Esta imagen no corresponde a una divinidad griega, sino budista, siendo la patrona de la fecundidad y protectora de los niños. Aunque originalmente era una entidad demoniaca que se alimentaba de los hijos de otras mujeres, Hariti fue convencida por Buda del sufrimiento que originaban sus actos y llegó a convertirse en la deidad protectora de los niños (de hecho, suele ser representada, como en la escultura de la imagen, acompañada de ellos). Su culto se extendió desde India a China y Japón.
Lo más interesante de esta divinidad, en lo que nos atañe, son sus atributos iconográficos, que fueron un préstamo de los de la diosa griega Tique (la Fortuna romana), puesto que no solo está vestida con un quitón, sino que porta la cornucopia, o cuerno de la abundancia, típicamente heleno.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Entre Clasicismo y vanguardia




Casi todas las imágenes que tenemos sobre la fotografía del glamour de la primera mitad de siglo XX se la debemos al fotógrafo Germano-Estadounidense Horst P. Hosrt. Casi toda su producción se basó en interiores, figura humana y retrato. Alguno de los ratratos más famosos del Star System clásico que tenemos en mente son obra suya.




Al igual que la pintura del Art Decó está asociada casi en exclusiva a Tamara de Lempicka, Horst es la cabeza visible de la fotografía de este estilo. En ambos podemos ver un tratamiento clásico del arte pero influenciado por las distintas vanguardias. En el caso de la pintora, el cubismo, en el caso del fotógrafo, el surrealismo. Esta influencia matiza pero no resta clasicismo. Vemos en su obra una elegancia, un tratamiento escultórico de la figura, una serenidad, una armonía completamente clasicista, algo onírica, pero para nada antiacadémica.


lunes, 21 de septiembre de 2009

La nueva Hibris


Como ya he tratado en otra entrada, la industria (y arte) del ocio interactivo ha tomado la cultura clásica como temática en contadas, pero significativas, ocasiones. Uno de los mayores éxitos tanto en crítica como en venta de Sony ha sido uno de estos casos. Se trata de la saga God of War (El dios de la guerra).
Trata la historia de Kratos, un general espartano al servicio de Ares (ésta es una de sus muchas licencias narrativas, puesto que la patrona de Esparta fue Hera). El dios de la guerra manda a Kratos a destruir una ciudad en la cual el oráculo advierte que, de ser así, un maleficio caerá sobre el general de Esparta. Con todo, la ciudad es destruída y entre sus cadáveres se encuentran su mujer e hija, las cuales habían sido enviadas por el propio Ares con el fin de ser eliminadas y que Kratos no tenga ninguna atadura afectiva, con lo cual sea la máquina perfecta de matar al servicio del dios. Sin embargo, Kratos se rebela contra el Olimpo y jura matar a Ares por lo que ha hecho.
Un argumento bastante holliwooliense que, sin embargo, lleva implícita una idea muy propia de la tradición griega: la hibris. La hibris era el epicentro del sistema moral griego, al igual que el pecado lo es en el cristiano. Se puede traducir como orgullo, soberbia, desmesura. Una confianza en uno mismo exagerada merecedora de castigo. Se podría decir, vulgarmente, que consiste en "irse de listo" o "salirse del tiesto". Era la principal falta del mundo clásico y llevaba consigo a la némesis, o justo castigo por ello. La némesis, creo que más que un castigo, hay que entenderla como una devolución del individuo al orden establecido, si bien los dioses no se caracterizaban precisamente por su sutileza en ello. La literatura griega está repleta de obras que giran en torno al Hibris/Némesis, al igual que la literatura cristiana hace lo propio con la relación Pecado/Redención.
En este aspecto, God of War entronca bien con el ideario moral de la época en la que está ambientado (con más licencias que referencias históricas, eso sí), sin embargo, lo hace desde una perspectiva contemporánea, con lo que rompe por completo la relación Hibris/Némesis convirtiéndola en Hibris/Tiqué (Fortuna).
El mundo contemporáneo no tiene cabida para la mesura y sí para el orgullo. Hoy, ya que la tradición ha dejado de ser un valor artístico-social y ha sido sustituído por la innovación, rebelarse contra el camino impuesto no tendría sentido que supusiera un castigo sino una victoria. Son los osados los que tienen reservada la gloria. Es este cambio de mentalidad lo que refleja esta obra, supone un reflejo de la ruptura con la cultura clásica. Partiendo del mismo punto (la hibris) se llega a la victoria, algo impensable hace dos milenios.

martes, 15 de septiembre de 2009

Pervivencia del Clasicismo: ART DECÓ

Tímpano del ala oeste del Museo de Arte de Philadelphia
C. Paul Jennewein, 1933

Tanto el Art Decó en forma y contenido como la propia sensibilidad estadounidense han sido siempre muy sensibles al clasicismo.
Tal es así que, pese a haber sido uno de los grandes motores de la modernidad, ha mantenido la semilla del arte clásico latente dispuesto a manifestarse en cuanto ha tenido ocasión, como es el caso de ciertas tendencias arquitectónicas actuales.
El motivo de esta atracción hacia la estética clásica hay que buscarla en un plano ideológico. EE. UU, como primera democracia del mundo contemporáno, ha mirado a Grecia como como garantizador de las libertades democráticas y las ventajas del capitalismo, y de ahí su tendencia a recuperar la estética griega.
El Museo de Arte de Phidadelphia tuvo como referente el Museo Victoria y Alberto de Londres y la decoración monumental corrió a cargo del escultor germano-estadounidense C. Paul Jennewein, quien poseeía una fuerte formación clásica al haber rematado sus estudios en la Academia americana de Roma.

C. Paul Jennewein diseñó un tímpano en terracota policromada, con cierto recuerdo a la obra de Fidias, y rompiendo la tradición neoclásica y basándose con más veracidad a la verdadera escultura griega. Policomía que a ojos de los españoles puede parecernos terriblemente basta, acostumbrados a la larga tradición de escultura policromada y el detallísmo y minuciosidad de ésta.

Con todo, el conjunto da una idea muy próxima a lo que debió ser un tímpano griego.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Greco-Budismo (Arte de Gandhara)







El Greco-Budismo o Arte de Gandhara fue el sincretismo cultural que se desarrolló en en lo que hoy en día son los estados de Afganistán y Pakistán, desde el siglo IV a. C. hasta el siglo V d. C.


El motivo de este arte fue la conquista de esta región del Asia central por Alejandro Magno. El Budismo estaba ya fuertemente asentado y convivió en un primer momento con la religión griega, adoptando además la estética helenística y fundiendola con la autóctona, dando como resultado un arte híbrido.


Tras la independencia de este territorio en lo que sería el Imperio Grecobactriano (y posteriormente el Indogriego y el Kushan) se mantuvo el Budismo con una manifestación artística indo-clásicista.




En la escultura Greco-Budista encontramos representaciones de la religión budista pero con una fuerte influencia plástica griega.


Así, pues, los paños mojados que permiten ver la anatomía tal y como se hubiera representado desnudo, el contraposto (Una de las piernas está fija en el suelo y la otra se adelanta), perfil griego e, incluso, sustitución de los ojos almendrados propios de Asia por los tristones ojos caídos hacia a abajo occidentales.



La influencia griega en las representaciones de Buda a través de su realismo idealista, también permitió una visualización accesible, entendible y atractiva del estado último de iluminación descrito por el budismo, lo que contribuyó a su difusión.


En otras ocasiones, esa síntesis se produce por la yuxtaposición de una representación india con otra figura plenamente clasica, o bien por la utilizción de decoración griega en arquitecura india.





Esta cultura desapareció en el siglo V d.C., arrasada por los Hunos, como antesala de lo en breve ocurriría con el Imperio Occidental Romano. No obstante, su influencia se extendió por todo Oriente y ha llegado hasta nosotros.


Por ejemplo, Por ejemplo, Heracles con una piel de león (la deidad protectora de Demetro I de Bactriana) sirvió como un modelo artístico para Vajrapani, un protector de Buda, que pasó directamente a Japón, donde se trasladó a los Niō, dioses guardianes de Buda, corpulentos y coléricos, que se encuentran en la entrada de numerosos templos.
La influencia griega también aparece en otros dioses, como el dios del viento japonés Fujin inspirado en el griego Bóreas a través del grecobudista Wardo, o la deidad madre Hariti inspiradas en la diosa Tique.




















Igualmente, la imagen de Buda como un humano idelizado se mantuvo por todo Oriente. La representación idealizada pero indudablemente humana de la divinidad era algo propio de la cultua clásica, pero ajeno al Budismo y su influencia aún se ha mantenido. Es más, la propia representación antropomorfa de Buda es Griega. Hasta la llegada de Alejando Magno a Asia, era representado simbólicamente (p.e. como una rueda o un pie)



Religión romana y Art Decó

Prometeo, de Paul Manship. 1934


Los comienzos del Siglo XX supusieron la irrupción de la Modernidad y la ruptura premeditada con la tradicción artística occidental. Esa tradición tuvo un pequeño respiro tras la primera guerra mundial, pero que pronto se apagó con el inicio de la segunda. En esta revitalización de la tradición clásica, pese a su notable influencia de los nuevos lenguajes artísticos, la temática religiosa greco-latina despertó y volvió a convertirse en un tema recurrente en la producción estética de los artistas plásticos.


Paul Manship recreó en el Rockefeller Plaza el mito de Prometeo, Titán que robó el fuego para donárselo a los mortales y por tal motivo fue castigado a ser encadenado a una roca en la cual un águila se comería su hígado, día tras día, por toda la eternidad. El castigo cesó al ser liberado por Heracles.
Prometo se ciñe muy bien al espíritu del Art Decó y a su reflejo de la fuerza y el empuje del progreso. El descubrimiento del fuego es el inicio del avance científico y mecánico de la humanidad, por lo que este Titán casa muy bien con la mentalidad vital y vigorosa del estilo de entreguerras.

La influencia de esta obra hay que encontrala en otro ser de la religión romana visto por el prisma manierista, pues la composición de este Prometeo bebe mucho del Hermes de Gianbologna.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Los tópicos

Varias veces he tratado el tema del artista que habla para sí mismo. El pintar un cuadro u otra obra plástica sin tener en cuenta al espectador, sin realizar esa pintura por medio de un código que pueda comprender o "leer" todo aquel que no sea su propio artífice.



Una obra que no se va a poder descifrar, que el artista ha creado solo para si mismo, considero que no tiene ningun sentido que sea expuesta. Viene a ser lo msimo que tratar de venderle un libro en ruso a un hispanoparlante.
¿Pero en qué consiste ese código intelegible para todos nosotros?
Carl Gustav Jung, el afamado psicoanalista y discípulo de Freud, lo llamó inconsciente colectivo, el relato explicado de padres a hijos que ha quedado casi como parte de nuestro ADN y que, como no podía ser de otra manera, nace en Grecia.

Este inconsciente colectivo se compone de una serie de tópicos o arquetipos, que vienen a ser representaciones de conceptos amplios y universales como Dios, la Vida o el Héroe.

Para dar a entender una obra, para ponerla en conexión con el espectador, el artista (queriendo o no) acaba usando los arquetipos porque, sin ellos, no seríamos capaces de entender lo que se nos muestra.

El espantapájaro es uno de ellos. Películas como Batman begins, Madhouse o El orfanato disfrazan de esta forma a personajes terroríficos. Responde a un arquetipo jungniano y despierta nuestros miedos porque nuestros ancestros los utilizaban los espantapájaros en sus rituales.

Todo lo que los griegos relataban en sus mitos, nosotros lo repetimos sin saberlo y no hay nada negativo en ello. Solo se trata de que si vas a crear una obra para mostrarla, el espectador sea capaz de entenderla y conectar con ella automáticamente.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Neoclasicismo (arquitectónico) hoy

Schermerhorn Symphony Center
Nashville (Tennessee)


(Traducido desde la entrada de Neoclassical architecture, de la Wikipedia Inglesa)
Tras el respiro que supuso el perido de dominio de la arquitectura moderna (desde el fin de la segunda guerra mundial a los años 80), hemos asistido a un cierto resurgimiento de la tendecia Neoclasicista.

En los Estados Unidos de América, un creciente número de talleres de arquitectos, como Robertson Partners, se han adherido a los principios clásicos. Edificios como el Schermerhorn Symphony Center han sido construídos en estilo clásico actual.

En Reino Unido, un número significativo de arquitectos mantienen vivo el estilo Neoclásico. Dos nuevas bibliotecas universitarias, Quinlan Terry's Maitland Robinson Library en Downing College y Robert Adam Architects' Sackler Library, ilustran cómo este efoque clásico puede enfocarse desde una perspectiva convencional (en el primer caso) o anticonvencional (en el segundo). No obstante, la mayoría de edificios clasicistas en Reino Unido se trata de casas particulares.

La arquitectura neoclásica contemporánea se cataloga dentro de la "Arquitectura Tradicional" y la practican un número de miembros de la Traditional Architecture Group.