Cuando pensamos en los dioses de la antigüedad, los entendemos como una serie de héroes, con poderes pintorescos, a los que la población levantaba monumento y dedicaba sus obras literarias.
Todo en la antigua Roma y Hélade estaba impregnado de religiosidad. Los mitos no eran personajes de novela, como los entendemos hoy, eran las divinidades a las que el pueblo amaba y veneraba exactamente igual que hoy hacemos con las nuestras.
Y el término paganismo también se ha viciado con el paso del tiempo. Por pagano no entendemos ya simplemente la religión romana, sino que pensamos en druidas, brujas y pociones mágicas.
Así que prefiero el término Religión romana o griega, a secas, pero el término mitología es el que se ha estandarizado, por lo que será el que use.
No obstante, cada vez que se hable de mitología tengamos muy en cuenta que hay que entenderl y sentir sus imágenes tal y como vemos las cristianas, budistas o islámicas, con la misma significación.
El arte posterior a la desaparición de la religión romana como tal, ha hecho uso de la mitología bien como motivo decorativo, bien como metáfora.
El arte de la edad media hizo de las imágenes religiosas romanas un elemento iconográfico más común de lo que se suele conocer. Se incluyeron personajes clásicos dentro del bestiario medieval y se "cristianizaron" las escenas religiosas paganas.
A partir del Renacimiento italiano, se afianzó la tónica tanto de utilizar la religión romana sin más significado que el estético como el de cambiarlo por otro, bien religioso, bien filosófico.
Incluso un arte de ruptura con la tradición, como la modernidad, no renunció a este tópico de utilizar las imágenes religiosas romanas mudandolas de significado. Los dos ejemplos más famosos son el Ícaro de Matisse y la Minotauromaquia de Picasso.
En el primer caso, vemos una silueta que trata de volar, pero sus alas son mas cortas que sus pesadas piernas, impidiendole alcanzar algo para lo que no había nacido.
En el cuadro español, vemos cómo en el híbrido humano-animal es la bestia la que se apodera de la humanidad de su cuerpo.
Así que vemos inconscientemente, esa ruptura con el arte anterior que supuso las vanguardias mantuvo más de la tradición de lo que se ve a simple vista.
Y quizá ni Picasso ni Matisse fueron conscientes que, bajo una pintura de forma anti-clásica, estaban repitiendo la misma manera de abordar la mitología que sus antecesores desde hacía 1500 años.
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