Hago esta entrada a continuación de haber comentado la pintura mural carolingia por lo fresca que queda la comparación con la pompeyana. Estos evangélios fue u propiedad de Carlomagno y fueron regalados por el emperador Ludovico Pío a la iglesia de Saint-Médard de Soissons para conmemorar que ésta se hiciera cargo de los restos de San Sebastián.
De todas las pinturas, el árbol de la vida es la más extraordinaria. Conjuga la tradición de la evocación del paraíso oriental con la clásica. No sólo la perspectiva y la arquitectura es clásica, sino que en la cruz está representado Apolo (No es tan llamativo como puede parecer a primera vista, la asociación del dios solar con Cristo viene de los primeros años del cristianismo)
Los evangelios tienen otras ilustraciones en principio menos llamativas, pero de marcado carácter pompeyano. Ésta búsqueda de la tridimensionalidad por medio de la corporeidad y las decoraciones arquitectónicas clásicas muestran el conocimiento que en esta época existía de la pintura romana.
Retrato romano de Menandro.
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