viernes, 1 de julio de 2011

Pervivencia del Clasicismo: ROMÁNICO

San Trófimo de Arlés, S. XI-II



Esta maravilla del románico francés, declarada patrimonio de la humanidad, es un claro ejemplo de lo enraizado que quedó la estética clásica en las tierras que alguna vez fuera la Galia. La portada evoca claramente un arco triunfal romano, referencia que no es estraña en otras portadas románicas a lo largo de la geografía europea (en España hay también ejemplos). Alterna elementos románicos con otros inequívocamente clásicos, como las pilastras acalanadas, los capiteles corintios que sostienen un friso corrido y las ménsulas de acanto. El conjunto forma en su parte superior un tímpano triangular que le dota de una aspecto grácil y elegante. La comparación puede parecer aventurada, pero en cierto modo, y de no ser por los arcos abocinados y parteluz tan típicamente medievales, esta portada tiene un aire renacentista.






El tímpano de la portada occidental sorprende por su acercamiento al naturalismo, mostrando unas figuras más serenas y mesuradas que el geométrico y hierático relieve común al estilo. También se adorna con acanto, óvalos y grecas, dando cuenta del celo por la tradición clásica que pervivió en el medievo.



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