viernes, 13 de agosto de 2010

Distinto vs. Distinguido

La historia del Arte occidental tiene un verdadero punto de inflexión en el inicio del S. XX. En esa fecha cambió todo. Puede parecer que borrones y cuenta nueva ha habido anteriormente, pero no es del todo cierto. Desde luego que a primera vista puede no haber mucha similitud entre el arte clásico y el medieval, y entre éste y el arte posterior al siglo XV.

Un vistazo más detenido nos demuestra la evolución que hubo entre el arte clásico, medieval y post-clásico. Por ejemplo, la basílica de Constantino de Trier (Alemania) podría pasar por edificio románico o prerrománico a primera vista, sin embargo nos encontramos ante una obra romana del año 310 d. C.




En el lado contrario, quien se encuentre frente al pozo de Moisés de la catedral de la cartuja de Champmol en Dijón daría por sentado que se encuentra ante una obra renacentista, influenciada por el propio Moisés de Miguel Ángel. El asombro llega al saber que se trata de un grupo escultórico del belga Claus Sluter, anterior en más de un siglo a la obra del artista italiano.


Es cierto que el arte simbolista del S XIX ya entrevee el germen de lo que será la revolución artística del S. XX. Durante este período el apartado formal cede a la audacia y libertad de los artistas que buscan representar el interior de las cosas, no su exterior. En este aspecto estamos ante una evolución del Romanticismo, por lo que no estamos aún ante la ruptura premeditada con la tradición artística. Esto sólo se dio en el S XX.

En el siglo XX nació la conciencia del artista como creador individual. Cambió el faro que guia la inspiración. Ya no es lo clásico (elagancia-mesura-idealismo) sino la innovación y la individualidad. Ésto se mantuvo con el posmodernismo.

Y esto nos lleva a que el artista busca hacer algo distinto. Pero distinto no es lo mismo que distinguido.

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