Que lo clásico es una estética atemporal se demuestra como ejemplos como este. A primera vista es muy difícil catalogarlo dentro de un periodo en concreto. El perfecto estado de conservación descartaría un pasado paleocristiano, aunque estilísticamente podría pasar por tal. También podríamos pensar que es un edificio románico. Tampoco queda claro si es renacentista o neoclásico. ¿O es posmoderno? No es nada fácil catalogarlo y eso demuestra una vez más que el arte clásico es eterno, inclasificable.
Ludwig Persius: San Salvador de Posdam. 1841
Ludwig Persius: San Salvador de Posdam. 1841
No hay comentarios:
Publicar un comentario